dom, 27 oct. 2024 17:01:03 -0500
“La insaciable demanda de cereal para
alimentar a la mano de obra en Pekín produjo escasez y hambre en otras partes
de China, y la madera requerida por los grandes planes de Zhu Di despojó los
bosques de madera dura.”
En lo que hoy se llama Xiamen frente a las costas al frente de Taiwan, Huang Lu de familia de comerciantes y marineros se encontró sin madera para arreglar su barco y comerciar en el monzón hacia la India y las Molucas. Su familia tenía una tradición ancestral, uno de sus antepasados hacía muchos siglos había viajado a la tierra de esos ojos de vaca y pieles pálidas. Aproximadamente habían pasado 1400 años desde el viaje en que Huang Chi había recorrido esas rutas. Se hizo amigo de un griego a quien en la gratitud de enseñarle artes marciales le entregó una imagen que el griego dibujaba obsesivamente. Se trata de una mujer con la que soñaba y un niño en sus brazos. El cuadro había pasado varios siglos en la familia y parecía no envejecer de generación en generación. Era una mujer dulce, con ojos de vaca y nariz larga pero con perfectas proporciones, lo mismo el niño. Los lugareños decían que quizás la diosa del mar le había regalado la imagen al viajero Huang Chi. Pero la imagen no era de una diosa, era la de una mujer hermosa, en cierto solemne digna de respeto pero profundamente humana. No podía decirse lo mismo del niño, pero esa dinámica parecía subvertir las enseñanzas del maestro Kong en cuanto a las relaciones de padres e hijos. Huang Lu respetuoso de los ritos prendía incienso ante la imagen y una venia como a un maestro había sido la explicación, en palabras suyas, de su “buena suerte”.
Ante la hambruna Huang Lu aquellos rumores que se expandían más rápido que los fuegos artificiales del emperador. -Ha fallado en los ritos el navegante Huang Lu. Sin embargo, Huang Lu de la elevada clase de comerciantes había conocido al almirante Zheng He -eunuco del emperador- quien estaba utilizando los recursos para una enorme expedición a lo largo del mundo. Huang Lu, aunque prefería comerciar había sido consultado por los más altos mandarines por su conocimiento y manejo en las artes administrativas y sus consecuencias para la comunidad. Aprovechando su prestigio, y que no se trataba de un presagio de los dioses, ni se su suerte, sino de un proyecto que usaba más recursos de los posibles decidió ir a hablar con el emperador…
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