Viernes 25 de mayo de 1990 era una tarde tranquila, ¿de qué otra cosa se preocupa uno con 3 años y 10 meses? De la hermanita que le roba la atención de los papás, pero más allá de eso -que es un tema muy serio- no hay nada más. La niña dormía en su habitación mientras yo estaba en la pieza de mis papás. Un ruido como el de 50 parlantes de alto nivel con el bajo más desesperante de reguetón movió el apartamento en un estruendo brutal. La bebé lloró en su pieza al sentir el estruendo y yo me cubrí con unas almohadas. Una bomba habrá dicho alguien, quizás mi mamá. No era propiamente una “bomba de cumpleaños” y ese sonido no era el de una ronda en una piñata. Resulta que Pablo Escobar -el reto debería ser hablar de la violencia colombiana sin decir “Pablo Escobar”- estaba en una guerra sin cuartel contra un grupo élite que quería capturarlo. No propiamente por vender polvitos blancos, sino por la “retórica” que usaba para que lo dejaran traficar con eso. Él que prefería “una tumba en Colombia a una prisión en Estados Unidos” se tenía que hacer “escuchar”, sí, con la sonoridad impetuosa de las bombas. Así que al grupo élite -un comando conjunto de policía y ejército que estaba a 500 metros de donde yo pasaba una tarde de niño se atravesó en su camino y la opción para eliminarlos era con el máximo nivel de escándalo. Recuerdo abajo en el edificio como el reguetón del patrón logró quebrar los vidrios, recuerdo la escena de una vecina barriendo los cristales rotos de la bomba. Las bombas y la “musicalidad” de ellas sirvieron para que los niños del preescolar hiciéramos piñata… “si no juega conmigo le pongo una bomba” podría haberse convertido en una ronda infantil digna de conservar en la memoria. Más grande, unos tres años y siete meses después el señor de la piñata con bombas acabaría abaleado en un tejado. Era “malo”, pero tampoco le deseaba el infierno, la muerte o celebrarlo como si fuera una cosa. Pero, ¿por qué había gente llorando por él? Al final la violencia ha sido algo continuo, la muerte de Andrés Escobar, de Jaime Garzón, la bomba del tesoro y del Parque Lleras. El secuestro de dos aviones. Los dramas entre Uribe y Chávez por Ingrid encadenada como un perro en la selva. Las masacres de paracos y faracos que delinquen de cuenta de las rentas cocaleras. Tal vez el reguetón de Pablo simplemente sea una melodía que todavía acompaña a Colombia…
Mi abuelo siempre hacía correr nuestra imaginación con un pájaro mítico llamado el alispruz...Este pájaro se llevaría a los "niños necios". Ahora creo que seré el alispruz para picotiar la mediocre sociedad actual...
jueves, 28 de noviembre de 2024
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