jueves, 8 de octubre de 2009

DE LAS DIFERENTES FORMAS DE CONOCER. (Primera parte)


  1. Introducción y metodología

Desde hace días vengo con inquietudes muy grandes acerca de cómo conoce el ser humano, no por ser un epistemólogo que pretende hablar mucha mierda acerca de cómo saca la mente las diferentes ideas que se transmiten de degeneración en degeneración. Tampoco quiero preguntarme si las ideas proceden de los sentidos o quien sabe de qué mierdas, o disertar acerca de si Descartes tenía razón, o fue Kant a quien no entiendo quien resolvió esa manía de sí la razón a ultranza debía guiarse dizque por el racionalismo (que sale con el cuento que uno tiene ideas dizque innatas y no hay que hacer más que un mero ejercicio racional para encontrarlas) o el empirismo (que dizque todo conocimiento llega por los sentidos a través de las medidas). No los sigo no porque me considere el erudito en la materia, sino simplemente porque no quiero perder el tiempo buscando sus citas para serles totalmente fiel a lo que querían decir, que quizás ni ellos entiendan. Quisiera hacer más bien un escrito sarcástico y absurdo para que quien lea este carretazo quizás encuentre que algo lo pica hacia la verdad… o simplemente se muere de la risa de quien escribe.

  1. CONDICIÓN HUMANA, REALIDAD Y CONOCIMIENTO.

2.1 CONDICIÓN ANTROPOLÓGICA

Antropológicamente podemos considerar al hombre como un ser que consta de inteligencia y voluntad ¿cómo así? ¿No ha visto usted que puede ser alguna cosa porque quiere? ¿no se ha dado cuenta que puede comprender un problema de matemáticas? Esas dos posibilidades que tiene toda persona es lo que ha llevado a la tradición clásica de la filosofía a considerarlas como la inteligencia y la voluntad[1]. El hombre posee inteligencia en la medida en que es apto para discernir una realidad que lo rodea y una voluntad que lo capacita para aceptar en sí dicha realidad. Sin embargo, el hombre al ser un ser limitado no tiene inteligencia plena, ni voluntad plena: esto quiere decir que el hombre no puede SER ni COMPRENDER todo.

Esta imposibilidad para comprenderlo y serlo todo se explicará en el punto siguiente.

2.2 DEBILIDAD HUMANA Y CONOCIMIENTO.

Empecemos por hablar un poco de qué es lo que se conoce, se conoce la realidad, no otra cosa… Pero ¿qué es la realidad? Eso que llaman realidad es una cuestión que derivada por la condición irónica humana no podemos conocer totalmente. El ser humano como decía Fernando González es entre dos caminos[2] y eso porque él mismo lo ha elegido, dicha elección genera lo que denomino la dualificación de la realidad, que no es más que un efecto visual o de percepción derivado de permanecer entre el camino del ser y del no-ser aparentemente al mismo tiempo, es así como su realidad se mezcla entre lo que es y lo que no-es, lo que hace que lo que es sea eclipsado por lo que no-es.

La anterior circunstancia nos permite ver el bien más cercano y quizás más pobre, el bien material, pero no podemos percibir el bien más profundo y más perfeccionante: el bien espiritual. Aunque la realidad sea una sola entre cuerpo y espíritu, solamente podemos percibir la materia externa, aquella parte más externa del ser, aquella parte que no se acaba eclipsando por el no-ser. Ese es el problema del conocimiento, quizás un verdadero realismo no desconoce que el conocimiento es permanentemente eclipsado, bloqueado, impedido por el permanente oscilar del hombre entre el ser y el no-ser.

Esto es como el problema de la miopía, cuando una persona es muy lectora, se acerca mucho a lo que lee. Es por eso que, la naturaleza, tarde que temprano lo lleva a que acabe viendo mejor de cerca y lo de lejos se distorsione. Pasa lo mismo con el ser humano, cuando decidimos que queríamos mirar más la materia, nos hicimos ciegos a lo demás en la realidad.

¿Por qué puede sustentarse esta idea quizás errada quizás cierta? Solamente porque vivo entre dos tendencias que sin el ánimo de entrar en discusiones antropológicas y éticas, me llevan para lados totalmente opuestos, unas me jalan pa´l placer a toda costa y otras quizás al disfrute condicionado a ciertas acciones, unas me jalan a querer la felicidad de otros y otras me jalan a desear su desgracia. Eso lo digo porque soy testigo de ello, porque vivo permanentemente en ello como Fernando González[3] que descubrió que éramos entre dos caminos; frase que no es más que la demostración de esas dos tendencias permanentes. No vemos la verdad porque nos negamos a ella, no la vivimos porque elegimos constantemente ese no-ser que nos vuelve miopes frente a la realidad.

Dicho problema del movimiento entre el ser y no ser que confunde nuestra percepción y conocimiento, ha sido fuertemente desarrollado por Kierkegaard en su obra “Tratado de la desesperación”. Kierkegaard sostiene que el hombre cae en la desesperación derivado de la existencia de una discordancia en su ser para él “la desesperación es una discordancia interna de una síntesis, cuya relación se refiere a sí misma.”[4]. ¿Qué quiere decir eso? En palabras sencillas lo que Kierkegaard quiere decir, es que el hombre fue hecho para ser una síntesis, esto es, para en cada una de las etapas de su vida realice un actuar específico. Esa síntesis que ha de realizar el hombre, debe hacerla por sí mismo (relación que se refiere a sí misma), pero como el hombre por la libertad humana no realiza aquello para lo que está llamado se presenta una discordancia entre lo que está hecho y aquello que debería hacer, por ende, esa carga genera la desesperación.

Además, este punto es claramente desarrollado por el genio antropólogo más grande de la historia: Fedor Dostoievski. Este autor en su libro Crimen y Castigo describe la condición humana con una precisión para nada académica –gracias a DIOS- pero totalmente verdadera: “la vela iba consumiéndose débilmente en la palmatoria, iluminando, en aquella habitación miserable al asesino y a la pecadora, extrañamente unidos por la lectura del libro eterno.”[5]. Solamente una débil vela de nuestro ser alumbra nuestra realidad miserable derivada de nuestra pequeñez que a pesar de todo intenta sobresalir en la búsqueda del bien. Metáfora más que perfecta de la condición humana que hasta cierto punto parece determinante en nuestra forma de conocer.



[1] El conocimiento de la inteligencia y la voluntad son conceptos netamente intuitivos (véase más adelante) lo que implica que como tal no podemos partir de un razonamiento para explicar su origen, pero sí podemos entenderlos como atributos propios de la condición humana.

[2] CITA DE LOS NEGROIDES TOMADA DE http://www.otraparte.org/ideas/varios-1.html 09/09/2009 19:4

[3] La frase originalmente es “Somos entre dos caminos, el que hunde en las apariencias, cada vez más, o el que sube cada vez a mayor soledad en Dios.”. Es un extracto del libro “Los Negroides” que se puede encontrar en el link http://www.otraparte.org/ideas/varios-1.html 24/07/2009 09:25 p.m.

[4] KIERKEGAARD, Sören. TRATADO DE LA DESESPERACIÓN. Editorial Gradifco. Buenos Aires. 2007. Pág. 24

[5] DOVSTOIEKVSKI, Fëdor. CRIMEN Y CASTIGO.

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