La Venus de Milo o de la Belleza del cuerpo femenino... |
Muchas veces pensamos, y la sociedad nos enfatiza ese paradigma, que el eros es la cúspide de los placeres que podemos sentir. Por el contrario, la sociedad considera que una relación no funcione es un “desamor”. Muchos de hecho lo consideran como el fin del mundo, “sin ti me muero” y demás cursilerías. Y así uno ingenuamente cree que el amor es sentimiento y que sin sentimiento no hay amor. También cree que el “despecho” es desamor y por ende se pasa del “amor al odio” como popularmente se dice.
Estos paradigmas populares acerca del eros, cada vez más lejanos de Diotima del Banquete de Platón donde el amor buscaba una fecundidad eterna, al reduccionismo sexual de modelos actuales, perturban permanentemente la mentalidad de los jóvenes acerca del amor. Todo es una telenovela de venganzas e iras sin sentido. Un “despecho” no es el fin del mundo, aunque duele mucho de todo corazón y más si se ama de verdad. Aunque creo que es más doloroso cuando se cree que el enamoramiento o las delicias de la disposición a la mujer son truncadas por otros intereses. Pero cuando se ama, el amor es anarquista y sabe que las decisiones del otro, buenas o malas, son suyas.
Yo la amo y no lo digo en medio de la traga maluca que me deja su ausencia. Lo digo con la sinceridad más profunda del corazón, de que únicamente para ella deseo el bien, así sienta soledad y dolor. Deseo que mi dolor sea el que la transforme para que su belleza pueda dar frutos fecundos, dada la belleza de su ser. Su ser espiritual me cautivó y soy obediente a la belleza, su cuerpo me atraía más que muchas me han atraído, quizás, era también alguien bueno para ella, pero eligió. Eligió que yo confirmara que la amo en medio de la tristeza y el dolor. Eligió que la amara sin volver a verla, contemplarla, sentirla y decirle las mil bellezas de su ser. Tal vez sea un amor más intenso y más digno para ella, dejarla seguir su camino.
No existe amor sin dolor y cuando uno obedece al eros, también se arriesga al dolor. ¿Qué fecundidad habría sin dolor? ¿Qué sentido tendría si no doliera? También con el eros tenemos que contar con la libertad, si la disposición es la sensación que se siente de tal belleza, el amor es decisión y ha de ser libre. ¿Acaso hay amor forzoso? Por eso no existe la solidaridad impuesta. El amor es libre, porque la libertad es la clave del amor.
Ella eligió que no quería la totalidad de aquello que yo le ofrecía, es su decisión y por ende mi deseo de bien para ella solamente tiene sentido en entregar a Dios ese dolor por ella y para ella. No quiso mi ser, entonces Dios sabrá qué hacer con mi dolor por el bien de ella. Quiero para ella el bien, aunque la incontenible intensidad de las pasiones podrían conllevar el descontrol y el rencor. Pero no, únicamente bendiciones soy capaz de desearle, así padezca con su ausencia. Ese dolor persistirá por un buen tiempo, hasta que sea capaz de recordarla con paz. Mucho la amo, porque mucho es el dolor que entrego sin rencor al creador para que siga embelleciendo a la bella criatura.
A veces me tienta un deseo enorme de que esto no sea más que una pesadilla, que se acabará, volveremos y ella aceptará íntegramente mi tesoro. Pero la realidad es otra, las decisiones humanas han de respetarse y no podemos vivir unos con otros en la incertidumbre. Con algo tan lindo como el eros no puede jugarse. Acepté mi disposición, ofrecí mis tesoros, no fueron aceptados, no queda más remedio que sufrir y esperar hasta que la mujer digna de ellos llegue. La verdad fueron tan altos los esfuerzos de mi parte por la bella criatura, tanto tuve que trascender y superar, que yo también pierdo. Pierdo porque me arriesgué y sufro, pero ni siquiera eso pierdo porque el creador tomará mi dolor para el bien de la bella criatura. Pero, ¿qué sentido tendría volver a correr un riesgo cuando ya hubo un episodio de dolor? ¿Valdría la pena correr ese riesgo?
Mi vida no es ella, porque si quiero amarla, primero me he de amar a mí y por ese amor que me tengo, dado que soy el ego amante no tiene sentido volver a trascender lo que trascendí, al menos con ella. Ahora lo ofrezco a Dios, pero no soy lo suficientemente fuerte para no resentirme en caso de un segundo fracaso. Mi amor a ella implica que ame a otra en integridad algún día, porque sé que ella quiere mi felicidad así como yo quiero la de ella, un intento adicional me arriesgaría a herirme más de lo que pueden mis fuerzas. Sin embargo, más que imaginación, realidad: ella decidió…
Algún día no me dolerá y la volveré a ver, le sonreiré y ella sabrá que la he amado y la seguiré amando en la distancia, en la soledad que me deja su ausencia, y en la mujer que quiera recibir mis tesoros. Es que uno ama a todas las mujeres en la entrega íntegra a una sola. No hay corazones que puedan dar a muchas, la lógica es que un corazón se entregue íntegro a una. No se entrega su ser por partes, se entrega o no se entrega… y por eso, a veces, quizás, es más amor no entregarse…
El caso es que en el dolor la amo y lo seguiré haciendo hasta que me deje de doler no tenerla, pero, este amor no será en vano, así no pueda amarla como quisiera, por eso sé que lo hago… Creo que a muchas he querido, pero únicamente a esta bella criatura he amado, hasta que llegue aquella mujer que reciba las bellezas de mi corazón íntegramente…
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