Casi no lo logro tomar una foto tan hermosa del guayacán rosado florecido. En estos días la ciudad se ha puesto hermosa, adornada por varios guayacanes rosados que, como una melodía rosada, se produce en cada esquina. Los guayacanes rosados son hermosos, mucho más que los amarillos, tal vez en parte porque son más escasos. El color del guayacán rosado es tan hermoso que de alguna manera produce la sensación de que al cielo se alza un manjar. Quizás un guayacán rosado tenga un sabor dulce como su color que se alza en tributo al cielo. Me gusta esta foto porque, de todas las que he tomado de guayacanes rosados, es la que logra tomar el color más perfecto del cielo y de sus flores.
Esta foto es, de alguna manera, un milagro. Para lograr una foto buena de ese guayacán es necesario buscar una posición adecuada y tener un buen cielo. Uno puede tomar alrededor de unas 100 fotos y salen buenas 1 o 2. Para esta foto las pilas se me estaban acabando, se iba a nublar pronto y la iluminación fue el último rayito de sol. Por eso, no puedo decir que es un tributo al cielo porque es milagroso tomar una foto en ese momento.
¿Cuánto quisiera compartir esta poesía como un amante a su amada? ¿Cuántas estarían dispuestas a recibir el tributo de las flores rosadas escasas pero igualmente hermosas? Puede que sea un milagro inclusive tomar conciencia de un guayacán rosado...
Vivimos en una cotidianidad que poco a poco nos carcome, todo es tan común y corriente que nada nos sorprende. ¿Será esa vida agitada y de urgencias una de aquellas que permite la contemplación estética? Me sorprende que en Medellín muchos ni se den cuenta de la belleza que nos rodea, el guayacán rosado. ¿Por qué no detenerse a abrazar un instante ese árbol cuya belleza se esconde la mayor parte del año? Una anti-poeta me dijo una vez "la flor de guayacán es demasiado efímera", eso fue hace más de año y medio y no lo he superado. Pero esta anti-poeta no se dio cuenta de una cuestión muy sencilla ¡su grandeza está en el poco tiempo que dura!
Si tuviéramos un guayacán florecido todo el año, eso no dejaría que fuera hermoso, pero el hecho de que llegue en una temporada y de sorpresa nos hace más anhelar el gozo que produce. Nadie anhela que florezcan las bifloras o las hortensias, creo que ni siquiera las rosas, pero la flor del guayacán es motivo de anhelo, de espera, de belleza que sorprende en una explosión de color.
La foto es una parte del árbol, no todo el árbol ¿por qué? Los cables de ciudad desentonan la poesía del guayacán en una fotografía, pero, paradójicamente el desorden urbano pierde ante el impacto de la belleza del guayacán. El cielo azul no desentona el rosado y sol que golpea desde el hemisferio sur permite iluminar las ramificaciones externas, mientras las internas permanecen a la sombra, dando matices a su poesía.
¿Cómo quisiera enamorarme de una mujer como lo hago con el guayacán? Simplemente sentarme a apreciar sus flores rosadas y su madera firme y decidida (como la mujer). Sentarme a tu lado y mirarte como a este árbol lo hago. Una apreciación que sea infinita y que cada día descubra flores nuevas. Creo que la belleza es sinónimo de lo femenino, la mujer siempre es digna de apreciación, de respeto, de admiración. Eso hace el guayacán...
Ofrezco este guayacán como tributo al cielo porque, si belleza así me mueve a hundirme en el mar del amor, tiene que haber una belleza que sea la sumatoria de todas las bellezas. Si la hermosura de este guayacán alegra ¿no debe haber algo que al verlo nos haga "morir" de la alegría? Aunque las flores de guayacán caen al suelo, primero se alzan al cielo... ese es el tributo, la belleza simple que se esconde en un árbol del cuál ni siquiera lo imaginábamos...
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ResponderBorrarespero tu gentil respuesta.
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Rocio
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