No suelo poner cosas ajenas en el blog porque pierde su identidad, pero me parece que una parte muy importante del pensamiento Nietzcheano se encuentra en el párrafo que mostraré. Siempre me han chocado aquellos que se creen buenos como para imponer sus ideas y, si alguna vez tuve ese vicio, gracias a Dios no me estanqué. ¿Quién puede creerse bueno? Ni idea, por lo menos yo no podría hacerlo.
En el aparte de Así Habló Zarathustra quisiera mostrar toda su ironía hacia los buenos que, en últimas, acaban volviéndose fariseos. Esa ironía está en el punto XXVI del título que se llama "De las viejas y nuevas tablas". Cualquiera -y así suelen hacerlo- podría decir que es "un atentado contra nuestras costumbres". Pero el apartado nos hace reflexionar ¿acaso Cristo no fue crucificado porque dio un mandamiento nuevo, el mandamiento del amor? Efectivamente, Nietzche se va contra el neofariseísmo y en últimas si es una transgresión a las costumbres. Desgraciadamente los neofariseos son muchos de los "cristianos" actuales [creo que Nietzche se refiere a ello] que se quedaron en la moral judía normativista y no trascendieron (trascendimos) al amor.
Veamos el interesante apartado:
¿Dónde reside, hermanos míos, el máximo peligro para todo futuro de los hombres? ¿No es acaso en los buenos y en los justos? ¿en aquellos que hablan y sienten en su corazón: <<Nosotros sabemos ya lo que es bueno y justo, y lo poseemos: ¡ay de quién continúe buscándolo!>>?
Por mucho mal que puedan hacer los malos, ¡el daño más nocivo es el daño de los buenos!
Y por mucho daño que puedan hacer los calumniadores del mundo, ¡el daño de los buenos es el más nocivo de todos los daños!
Hermanos míos, hubo una vez que alguien miró el corazón de los buenos y los justos y dijo “son fariseos” ¡Más nadie le entendió!
A los buenos y justos no les era dado entenderle: su espíritu está siempre prisionero de su buena conciencia. ¡La estupidez de los buenos es insondablemente sabia!
Más la verdad es ésta: es forzoso que los buenos sean fariseos: ¡no pueden optar! ¡Es forzoso que los buenos crucifiquen a quien se inventa su propia virtud! Tal es la verdad.
Mas el segundo en construir su país, el país, el corazón y la tierra de los buenos y justos, ése pregunta ¿a quién es al quien más odian?
Al creador es a quien más odian: al que rompe las tablas de los viejos valores, al destructor, a ese que llaman delincuente.
Porque los buenos no pueden crear: son siempre el principio del fin. Crucifican a quien inscribe nuevos valores en tablas nuevas, sacrifican el futuro a sí mismos, ¡crucifican todo el futuro de los hombres!
Los buenos – han sido siempre el principio del fin. Nietzsche, F. (1885). Así habló Zarathustra. España: Euroliber S.A. Pág 192
De acuerdo! (Helmuth)
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