lunes, 29 de noviembre de 2010

¡QUÉ BIEN SE SIENTE AQUÍ!

"El Arte Amoroso consiste en mostrar cómo se dirige el
amor a LA PRESENCIA en las ausencias
(Fernando González. C.R 85. El Viajero que iba
viendo más y más. María Helena Uribe. Pág. 234)


GUAYACÁN CIELO Y VERDE
Ni la belleza de un guayacán
se le asemeja...
El sábado leía a Nietzsche y sostenía unas tesis muy fuertes sobre los arrodillados y el cristianismo, una tesis que cualquier lector desprevenido podría tomar como: por eso me arrodillo ante ti Nietzsche. Pero, como precisamente no persigo ídolos sería vergonzoso que me tomara las delicias Nietzscheanas sin renegarlas y abnegado a su pensamiento. Nietzsche, lo reconoce con humildad un sacerdote, es un excelente corrector de los vicios de muchos cristianos... vicios aún vigentes. Pero las delicias Nietzscheanas no son nada comparado con Dios mismo ¿Quién Cómo Dios? Dirá San Miguel, así algunos lo hayan masificado hasta convertirlo en saludo trillado. 

Usualmente cuando estoy ante el Santísimo expuesto siento paz, también he sentido desesperación y dolores muy fuertes, pero la paz es más usual. Es tan buena esa paz que me acuerdo del pasaje de la transfiguración donde los apóstoles le dicen a Jesús ¡qué bien se siente aquí! Y ellos le dicen oime Jesús hagamos carpitas y nos quedamos aquí. Eso mismo siento yo, unas ganas de poner una colchoneta y quedarme dormido ahí, no pensar en nada, sólo dormir y roncar y quedarme ahí. 

MONTAÑAS MARAVILLOSAS
Montañas Maravillosas.
¿Cómo es posible en un lugar tal encontrar una sensación tan agradable donde se siente más paz que mirando al mar infinito o los paisajes interminables de montañas?  Seamos sinceros, una Iglesia a oscuras, con un montón de gente adentro, a media luz, si lo miramos desde el punto de vista normal es aburridor. Comprendo los que huyen de esas experiencias, pero ¿por qué lo que ordinariamente sería aburridor es extraordinariamente pacificante? Porque no digo mentiras: ¡me aburren los libros de espiritualidad que no son la biblia! Es la más hermosa de las experiencias estéticas, es sentirse en el ser, conectado, con y en paz. Los pensamientos estúpidos usuales se desvanencen para dar paso a la calma celestial del espíritu sediento y desesperado. Mientras más se está allí, más belleza se siente, una belleza que mueve al amor. Hasta mis prójimos en la Iglesia que usualmente veo feos se ven hermosos, quiero el bien para todos ellos ¿será que me enloquecí? 

La verdad sí, pero se trata de una locura distinta, pues conozco muchas clases de locura. Es locura con paz. Cualquiera podrá no creerme y es que eso no se cree hasta que no se vive. Es una experiencia incomunicable si no nos hemos atrevido a buscarla. El mismo Fernando González afirma "Estas cosas del interior son muy difíciles de traer a la conciencia, y más aún, de comunicarlas" (Uribe de Estrada, María Helena. El Viajero que iba viendo más y más. E.R 104. Fernando González). Para el cientificismo actual Dios no existe y solamente los datos son los que explican el mundo. Pues un verdadero empirista y buscador de la verdad a través de hechos concretos ¿por qué no intenta sentarse ante la custodia abierto a la posibilidad de Cristo? Más aún le propongo que mida las condiciones ambientales y las ondas cerebrales que produce esa experiencia. No encontraría explicación humana posible, pero una real, de ella nos ha hablado en la biblia y la hemos vivenciado. ¿Por qué negar a Dios por moda si previamente no se le ha buscado? 

Soy de los que he negado a Dios, lo he llamado dictador, lo he reducido a cajero automático ¡Qué vergüenza! Pero ¿habría sentido su amor si no fuera así? Siento que mi voluntad no lo encontraría si no hubiera tenido la posibilidad de rebelarse, porque en ese sentido se descubre la posibilidad de elegirlo y ¿por qué no elegirlo a Él? O ¿Acaso hay alguien mejor que ÉL? Siento que es mi camino, cada quien que busque el suyo. Todo ello para descubrir que como un niño se queda en un pequeño pan para nacer permanentemente en nuestros corazones. 

Quisiera terminar con esta frase de Gonzalo Arango cuya poesía es de la misma calidad que la de San Juan de la Cruz:

“Padre, bendíceme. Que yo siempre te sea fiel como el pie al paso, como el paso al camino, y como el camino hacia Ti en pensamiento, palabra y obra. Haz tu corona de amor como Cristo con el oro de la humildad y los diamantes del sacrificio”.
PD: No encontré ningún cuadro que me gustara de la transfiguración, pero el de la navidad cumple con mis deseos.  

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