jueves, 25 de noviembre de 2010

LA FOTO QUE NO TOMÉ. UNA REFLEXIÓN SOBRE LA BELLEZA SILENCIOSA.

Desnudo mirando al mar.
Ricardo Restrepo Molina.
INTRODUCCIÓN A BELLEZA Y EL PLACER.
Si la palabra placer no se hubiera reducido notablemente a un contexto de comida, alcohol o sexo quizás no tendría tantos equívocos, pero me atrevo a decirlo, la foto que no tomé me produjo PLACER. Cuando se lo dije a la persona objeto de la foto que no tomé utilicé la palabra alegría, que es una forma muy bella de sentir placer. Cuando sufrí de anhedonia, todo para mí era neutro, pero buscando una cura para esa enfermedad cada vez encuentro más placeres en la vida, me acabo de quitar los zapatos y me produce placer. Me sorprenden los pájaros, siento la música clásica, siento mi cuerpo, siento la comida, la belleza femenina y todo ello me produce placer. Pero no se trata del placer/euforia, se trata del placer/alegría. Y es que nadie niega las delicias del placer/euforia, pero los placeres son mucho más amplios, el mismo Epicuro lo dice en su “Carta a Meneceo” :

"Cuando decimos que el placer es la única finalidad, no nos referimos a los placeres de los disolutos y crápulas, como afirman algunos que desconocen nuestra doctrina o no están de acuerdo con ella o la interpretan mal, sino al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma. Pues ni los banquetes ni los festejos continuados, ni el gozar con jovencitos y mujeres, ni los pescados ni otros manjares que ofrecen las mesas bien servidas nos hacen la vida agradable, sino el juicio certero que examina las causas de cada acto de elección y aversión y sabe guiar nuestras opiniones lejos de aquellas que llenan el alma de inquietud." (CARTA A MENECEO) (Subrayado fuera del texto).   

 Tal vez ese reduccionismo del placer, al placer/euforia es una de las causas de la perversión del mundo ¿acaso no hay más sentido que en la euforia? Y es que la falta de educación estética –de una adecuada comprensión o vivencia de la belleza- es, a mi modo de ver, la causa de la mayor parte de los problemas del mundo. Para el moralista lo es la inmoralidad, pero, por más razones que tengan el movimiento de la voluntad por medio de las pasiones humanas es mucho más sujeto de lo estético que de lo ético. La voluntad del hombre se mueve más por lo bello que por lo correcto. Si sabemos mirar lo verdaderamente estético naturalmente vendrá lo ético: “prudencia en la búsqueda del placer” –dirá Epicuro en su Carta a Meneceo (CARTA A MENECEO).

La Taberna.
Ricardo Restrepo Molina.
Pero ¿qué es la belleza? Nietszche tiene una definición hermosa para decir donde hay belleza:

“¿Dónde hay belleza? Allí donde tengo que querer con toda mi voluntad; allí donde quiero amar y hundirme en mi ocaso, para que la imagen no quede reducida a imagen. Amar y hundirse en su ocaso: he aquí dos cosas emparejadas desde la eternidad.” (Nietzsche, 1885, pág. 124)

Por eso la belleza es voluntad de tomar una realidad para hacerla vivible, no se trata de volver tal imagen recuerdo sino que sea motivo de amor, de sentido, de pasión. La foto que no tomé era belleza, belleza de hacer lo que cada quien tiene que hacer. 

LA FOTO QUE NO TOMÉ
Describiré un poco el ambiente. Se trata de un consultorio odontológico. Aunque mi odontóloga es genial les confieso que les temo a los odontologos [incluyendo la mía] tienen el vicio común de hacerlo sentir a uno sucio y deforme, luego se imaginarán que no es para mí el mejor lugar para sentir/vivir una experiencia estética. Pero cuando me voltié y vi cómo pulía un aparato que me estaba haciendo me produjo un inmenso placer, una gran alegría que hasta me sentí mal de no haber traído la cámara. El lugar es un típico consultorio odontólogico que tiene una ventana que mira a un árbol donde las ardillas juegan con pajaritos de colores. En el lado opuesto de la ventana hay una repisa que queda al mismo lado de la puerta. La puerta está en el lado derecho de la parte opuesta si miramos hacia la ventana. En términos más comprensibles la ventana queda al occidente, la repisa al oriente, la puerta queda en la parte norte del lado oriental, la silla queda hacia el sur mirando a la ventana. Creo que para todos es común la imagen de un consultorio odontológico, pero ordenado y que cumple con su finalidad "odontología estética". La silla reclinable, la lámpara, un desagüe. El procedimiento era sencillo. Consistía en la fabricación de una placa.

La fabricación de la placa tampoco indicaba una experiencia alegre. A uno le ponen acrílico en los dientes para hacer un modelo. Eso sabe horrible, seguramente a eso sabría la pintura si la hubiera comido alguna vez. Pero cuando ese acrílico se secó la odontóloga empezó a pulirlo. Y esa es la foto que no tomé. Entre lo que ella hacía y el escultor de la Venus de Milo, en la pasión de la acción no había diferencia alguna. Esta mujer de pelo claro y ojos claros estaba sentada en una silla común al nor-oriente de la silla donde se sienta el paciente.  Tenía puestas unas gafas para que el sobrante del acrílico no cayera en sus ojos y una bata para no manchar la ropa. Sentada y concentrada, esmerándose por pulir cada detalle de una simple placa y haciéndolo con una sonrisa es la foto que no tomé. Tranquila y feliz haciendo su sencillo trabajo con amor, sin tedio, por gusto, con agrado. Le dije que lástima no haber llevado la cámara pues la escena y la parte de atrás eran bonitas como para expresar lo que es el trabajo humano. Me parece bonito porque es una labor sencilla –de gente obsesionada con los dientes, la boca y la mordida- y ante eso, hacer ese trabajo denotaba el amor que produciría bien a otra persona. Un amor a  mi boca y su cuidado que ni yo tengo.               

¿Por qué encontraría yo una reflexión sobre la belleza en un consultorio odontológico? Ella es especialista en odontología estética ¿será por eso? ¿Por qué sentiría la belleza de una una simple profesión y actividad a la que había huido por años? La verdad la encontré aquí pero quisiera trasladar a un plano más general la reflexión.

LA BELLEZA SILENCIOSA.
El trabajo humano es la causa del bien común. En muchos casos no se trata de una labor compleja, es más simple de lo que parece. Y el trabajo hecho con amor es hermoso. Todos nos preocupamos enormemente por el cambio del mundo, pero haciendo lo que nos toca estamos haciendo más por el mundo, que cambiando el mundo entero. Ese es el bien común, el médico, el odontólogo, el psicólogo, el taxista, el campesino, la empleada del servicio, la secretaria, el conductor el bus, el portero, el gerente de una multinacional, el operario, el jardinero de oficios varios, el cocinero, la señora que sirve los tintos, el mesero ¿cuántas veces hemos dado gracias por su existencia? ¿cuántas veces les hemos agradecido su labor silenciosa que aporta más al bien común que el alcalde o el presidente? En mi caso muy pocas. Por eso el rey es el que más sirve, no al que más le sirven.

Pensamos que el bien común es un cambio trascendental, cuando hay hermosos aportes silenciosos a éste. Es una belleza que consideramos como obvia que ni siquiera nos alegra pero que nos permite vivir satisfactoriamente en la vida cotidiana, el día a día.  En un artículo anterior reflexioné sobre la belleza común y sostuve lo siguiente:

“La belleza común surgiría si cada uno se reconoce a sí mismo como pincel y pinta lo que tiene, no el sometimiento al poder de otro. La comunidad es la obra que se pinta a sí misma, como un cuadro de Escher, es paradójica, pero esa misma paradoja está en la naturaleza.” (Pintura Natural. Reflexiones sobre la Belleza Común., 2010)

Cada trabajo bien hecho es un pequeño pincelazo, si se quiere pixel que es más pequeño. Pero cada uno de esos pincelazos en sí mismo bellos van construyendo la belleza común que no es otra cosa que la difusión general del amor. Los problemas del mundo se resuelven si cada quien hace lo que tiene que hacer dice un amigo. Por eso es bonito ver una simple acción, por pequeña que sea, comprometida a hacer lo que tiene que hacer. Esa es la foto que no tomé, la foto del amor silencioso diario de muchas personas, la foto de un pequeño pincelazo al bien común. También este es mi pincelazo, tratar de pintar con las palabras la foto que no tomé. La foto de un pincelazo al bien común que como muchos otros no nos damos cuenta.

La foto que no tomé se parece a las siguientes:


TRABAJANDOTRABAJO DIGNO...FISHERMANPESCADOR


Y al fin y al cabo siempre tenemos pan fresco, porque hay panaderos como el siguiente:




 BELLEZA COTIDIANA: La eternidad en lo finito.
¿Qué sería sin ese trabajo? La Venus de Milo no es hermosa por tener una forma hermosa sino porque es el producto del trabajo humano capaz de incluir en una piedra una transformación que le imprime el espíritu humano. ¿Acaso sin espíritu la Venus de Milo no sería más que piedra insípida? Pero el espíritu humano es capaz de imprimir sensualidad, pasión, belleza y placer a una piedra.  Pero, nada dista del trabajo humano hecho con amor y esmero, es capaz de imprimirle el bien y la utilidad a aquello que naturalmente no lo es. Al fin y al cabo la belleza no está en la grandeza, la belleza está todos los días ¿acaso la Venus de Milo sería hermosa si no fuera una figura cotidiana? ¿Acaso la foto que no tomé sería hermosa si fuera extraordinaria? La belleza simplemente hay que aprender a verla,  porque al fin y al cabo su apreciación es una forma de hacernos más humanos:

"Unde, cum cetera animalia non delectentur in sensibilibus nisi per ordinem ad cibos et venerea, solus homo delectatur in ipsa pulchritudine sensibilium secundum seipsam." (Summa Theologiae.  Prima. Questio 91 Art 3 Ad 3)

Adicional a que la diferencia entre hombres y animales se encuentra en la búsqueda de la belleza en sí misma, Kierkegaard afirma que “el yo es una síntesis de finito que delimita y de infinito que imita” (Kierkegaard, 2007, pág. 41). Por eso la belleza es eterna, pero solamente podemos contemplarla en espacios finitos. Es así como la foto que no tomé es la esencia humana: la capacidad de descubrir/vivir aquellos momentos de eternidad/belleza en la cotidianidad misma.



Bibliografía


EPICURO-DE-SAMOS. CARTA A MENECEO (Edición virtual http://www.libreriaproteo.com/electronicos/epicuro/meneceo.txt ed.). Libreria Proteo.

Kierkegaard, S. A. (2007). Tratado de la Desesperación. Buenos Aires, Argentina: Gradifco.

Nietzsche, F. (1885). Así habló Zarathustra. España: Euroliber S.A.

T. d. Summa Theologiae. Suma Teológica (Virtual http://www.corpusthomisticum.org/sth1090.html#32299 Virtual en http://hjg.com.ar/sumat/index.html ed.).

TORO RESTREPO, D. (8 de Noviembre de 2010). Pintura Natural. Reflexiones sobre la Belleza Común. Recuperado el 25 de Noviembre de 2010, de El Alispruz: http://elalispruz.blogspot.com/2010/11/pintura-natural-reflexiones-sobre-la.html

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